talaiot

en un petit pais, un petit cim; un bufec, un crit, una mirada. Tot plegat, un passeig escàs, curt, per un camí abrupte i aspre, des d'on veure neixer la llum del sol i cercar l'impertorbable ponent. Com el propi viatge de la vida, un principi i un final, des del cau del nostre propi món per refer-lo cada dia

dissabte, 30 de juny del 2012

El golpe de Paraguay beneficia a las multinacionales de EEUU


Pepe Mejía, periodista (El Público, 26-06-2012)
ceremonia de jurament dels nous ministres al Palau Presidencial 
El golpe en Paraguay –dejemos los eufemismos a los responsables del Gobierno de Rajoy– se venía fraguando desde hace mucho tiempo entre la derecha caciquil paraguaya y los intereses de las multinacionales de la agroalimentación estadounidenses.
En 2011, Estados Unidos –que controla por acuerdos a través de la USAID al poder judicial y a la policía– logró instalar un centro de operaciones en la zona norte, cercana a Curuguaty, donde no han cesado las persecuciones al movimiento campesino con el pretexto de combatir al EPP, grupo guerrillero del que nunca se ha comprobado la existencia. Es la misma región de interés de Cargill y Monsanto, que hoy impulsan un golpe de Estado para instaurar un gobierno a la medida de sus necesidades.
Fernando Lugo, el presidente que puso un freno a 60 años del partido Colorado, el principal sostén de la dictadura de Stroessner, nunca tuvo un apoyo social para hacer frente a la arremetida de la derecha y la ultraderecha, que siempre estuvieron conspirando con su destitución. Pero la derecha paraguaya, con su principal muñidor, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) del golpista Federico Franco –y mejor dicho, la ultraderecha– ha tenido y sigue teniendo unos aliados permanentes: Estados Unidos y las grandes empresas de la agroalimentación. Cargill y Monsanto han tenido un papel determinante. Como dice el economista paraguayo Méndez Grimaldi:
“El 85% de las tierras, unos 30 millones de hectáreas, está en manos del 2% de los propietarios”.
El 21 de octubre de 2011, el Ministerio de Agricultura y Ganadería, dirigido por el liberal Enzo Cardozo, liberó ilegalmente la semilla de algodón transgénico Bollgard BT de la compañía norteamericana de biotecnología Monsanto, para su siembra comercial en Paraguay, provocando protestas campesinas y de organizaciones ecologistas. El gen de este algodón está mezclado con el gen del Bacillus Thurigensis, una bacteria tóxica que mata a algunas plagas del algodón, como las larvas del picudo, un coleóptero que oviposita en el capullo del textil. El Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas, SENAVE, otra institución del Estado paraguayo, dirigido por Miguel Lovera, no inscribió dicha semilla transgénica en los registros de cultivos, por carecer de los dictámenes del Ministerio de Salud y de la Secretaría del Ambiente, tal como exige la legislación.
Según un informe de Idilio Méndez Grimaldi, “Monsanto, a través de la Unión de Gremios de Producción, UGP, estrechamente ligada al Grupo Zuccolillo, que publica el diario ABC Color, arremetió contra SENAVE y su presidente por no inscribir la semilla transgénica de Monsanto para su uso comercial en todo el país”.
El objetivo es criminalizar a los campesinos y expulsarlos de sus tierras latifundistas. Los empresarios exportadores han mecido el golpe contra Lugo y como en todos los manuales golpistas no falta el papel de los medios. ABC Color –pero no sólo este medio– preparó el terreno para el golpe.
Lugo, mientras estuvo en el Gobierno, no sacó adelante ninguno de sus proyectos sociales. No contó con el aparato del Estado, infecto de pro-colorados. Enfrente tuvo y ha tenido a una derecha caciquil, anticomunista y aliada a terratenientes y oligarcas que durante 50 años ha estado gobernando con mano de hierro y menosprecio de las mayorías depauperadas. A esto, Lugo no se enfrentó.
Pero tampoco en Paraguay ha habido una tradición de movimientos sociales porque la propia izquierda fue casi exterminada por las mismas fuerzas ultraderechistas que han estado –y siguen controlando, como se ha visto– el país de Roa Bastos. El golpe, ¿puede facilitar un crecimiento de la izquierda? Está por ver y, por supuesto, está por ver si Lugo hace caso a esa izquierda social y se organiza. Un cambio social sin sustento social está abocado al fracaso. No sólo sirven los cálculos parlamentarios que en algunos casos pueden ser un lastre. Es preciso alentar y construir un movimiento social que sustente un Gobierno de izquierda a favor de las capas sociales más desfavorecidas.
La perspectiva es consolidar ese frente de izquierda que días antes de su destitución convocó Lugo. Un frente donde se juntan izquierdistas de toda la vida, socialdemócratas y organizaciones sindicales y campesinas. La Liga Nacional de Carperos, el movimiento de los sin tierra, es uno de los actores principales en este escenario. Ha llamado a “permanecer movilizados” ante lo que consideran un “golpe parlamentario”. Pero también la Unión de Gremios de la Producción.
Por su parte, las organizaciones de terratenientes y propietarios de tierras apoyan a Franco y también están dispuestos a movilizarse, como lo hicieron contra Lugo.
Lugo ha hecho un llamamiento a una “movilización pacífica”. Ya veremos si esto es suficiente y si no hay detrás una perspectiva meramente electoral. El otro frente es el internacional y, sobre todo, el de América latina. El rechazo ha sido total. Paraguay, hoy por hoy, está aislado.

Económicamente depende mucho del petróleo que Venezuela ya ha dicho que no enviará y de Brasil, que no ve con buenos ojos una inestabilidad cerca de sus fronteras.
Las perspectivas no son nada halagüeñas. Estados Unidos –que ha sido el primer país que ha reconocido a Franco– sigue medrando a favor de sus intereses. Brasil, el cuarto mayor exportador mundial de soja, debido a la gigantesca represa de Itaipú y un abultado flujo comercial, también está pendiente de la evolución de los acontecimientos. Además, unos cien mil brasileños viven y trabajan en Paraguay, donde poseen haciendas y grandes comercios. Mercosur tiene mucho que decir el próximo 28 y 29 de junio y la derecha paraguaya está envalentonada. En la calle no hay movilizaciones a favor de Lugo y lo que representa. Y eso es un lastre. Hoy por hoy, Paraguay está a expensas de las fuerzas derechistas y de los intereses oligárquicos.

dilluns, 25 de juny del 2012

L'esperit del G20

Els dies 18 i 19 de juny d’enguany es varen reunir a la ciutat mexicana de Los Cabos  els primers mandataris mundials en representació dels  principals Estats dels cinc continents,  que conformen l’organització coneguda com el G20. El G20 està integrat pels membres del G8 (Alemanya, Canadà, EEUU, França, Gran Bretanya, Japó, Itàlia i Rússia) més l’Aràbia Saudita, l’Argentina, Austràlia, Brasil, Xina, Corea del Sud, Índia, Indonesia, Mèxic, Sudàfrica, Turquia i la Unió Europea, com  a tal. Com a Estats convidats hi eren Espanya, Colòmbia i Xile. El propòsit principal de la trobada era la superació de la crisi econòmica i el rellançament de la economia capitalista, de la ma de la recuperació de la confiança  i insistir amb l’aposta per capitalitzar nous sectors econòmics fins fa poc no contemplats, el conegut com el “capitalisme verd”, que el candidat a la presidència dels EEUU, Al Gore, ja va avançar a l’any 2000. No és casual que, paral·lelament a la trobada del G20 a Los Cabos, es celebrés a Rio de Janeiro la Conferència de les Nacions Unides per un desenvolupament sostenible, coneguda com Rio+20, enmig de l’escepticisme de les principals organitzacions no governamentals que veuen com, 20 anys després, els principals indicadors de la sostenibilitat ambiental del planeta es troben en pitjor situació que el 1992.

Els temes a tractar en l’agenda del G20 han estat, com no podia ser de cap altra manera, la crisi financera i el creixement verd, encara que també hi eren la lluita contra el canvi climàtic, i altres temes que pretenien donar una mica de “peixet”,  a les demandes més punyents de la societat, com ara la recuperació del treball i la protecció social; la lluita contra la corrupció;  la millora de la seguretat alimentària; així com temes de gènere i de control de les armes de destrucció massiva. En realitat només es persegueix, tal i com diu el G20 en la seva declaració final, aconseguir:  l’estabilitat econòmica mundial i la recuperació global; la millora de l’arquitectura financera internacional i la reforma del sistema financer;  incrementar la liberalització del comerç mundial i fer  un sistema comercial més estable, previsible, obert, transparent i lliure de distorsions; i aconseguir una més gran estabilitat de preus en els productes alimentaris i matèries primeres.
Bla, bla, bla!, només es tenen en compte els interessos dels poderosos i de les grans companyies transnacionals. Però, res ha dir sobre la eliminació dels paradisos fiscals, sobre el control dels fluxos financers  i sobre l’establiment d’una taxa per a les transaccions financeres internacionals; o sobre la creixent mercantilització financera dels aliments. Res sobre l’eliminació de les ajudes als combustibles fòssils. Res  ha tractar  sobre el dret a la salut i el dret a l’educació de la població mundial.

I un cop més,  s’ha posat de manifest la preponderància  dels interessos dels EEUU per tal de mantenir la seva hegemonia geopolítica i estratègica, ja sigui amb l’intent de rellançament del Tractat de lliure comerç per les Amèriques (ALCA), en front de la força de la Aliança Bolivariana per als pobles de nostra Amèrica (ALBA), o ja sigui amb el nou Acord d’Associació Transpacífica, dels EEUU, amb Nova Zelanda, Austràlia, Brunei, Malàisia, Singapur, Vietnam, Xile i Perú, en un intent de frenar el creixent poder comercial i econòmic de la Xina o la Índia, equilibrant la seva presència al sud-est  asiàtic i a l’àrea del Pacífic. En realitat, del que es tractava, sobretot  en aquesta ocasió, era capitalitzar el FMI per permetre noves ajudes (sempre  condicionades als criteris neoliberals) als països amb problemes econòmics. La quantitat ha aportar pels diferents Estats és de 456000 milions de dòlars, i la seva distribució és molt representativa de l’equilibri de forces entre aquests Estats:  La Unió Europea aporta 200000 milions, dels quals 18800 els posarà Espanya; els països coneguts com a BRIC’s posaran 75000 milions (Brasil, Rússia i la Índia, 10000 milions cadascun; la Xina, 43000 milions, i Sudàfrica, 2000 milions més); mentre que, el Japó contribueix  amb 60000 milions de dòlars, Turquia i Corea del Sud, 5000 milions cadascun, Mèxic, 10000 milions i el país convidat, Colòmbia, ho fa aportant 1500 milions més. El tiquet de regal en aquesta ocasió és per els EEUU, que participen amb l’ajut amb un cost zero.

Els objectius del G20 són molt clars: sortir de la crisi pagant les economies dels països que encara lluiten per consolidar el seu lloc a l’economia capitalista mundial. Una sortida endavant, cercant nous nínxols de creixement i d’explotació  dels pobles i de les economies encara no capitalitzades, i de les restes d’una natura que expira a passes de gegant;  fins al col·lapse final d’un sistema econòmic que només aspira a consolidar el poder econòmic de les grans fortunes i empreses transnacionals.  
L’escenari previst fa 100 anys per la Rosa Luxemburg  està a la cantonada. Només des de la mobilització paral·lela, com ara la que es va fer  2 dies abans del G20, a la Cimera dels Pobles, els dies 16, 17, 18 i 19 de juny a la ciutat de la Pau, podem albirar alguna escletxa d’esperança per a una Humanitat en perill.   

dimarts, 19 de juny del 2012

dilluns, 18 de juny del 2012

El miracle alemany??


Triunfó el miedo en Grecia, pero la esperanza sigue


por Josep Maria Antentas, Profesor de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona

La troika respira tranquila. Habrá un nuevo gobierno pro-Memorando en Grecia. El eslabón más débil de la zona Euro aún no se ha desfondado. La oligarquía financiera, este 1% que señala Occupy Wall Street, vio con preocupación estos días como el fantasma surcaba de nuevo.  Ayer quizá compraron tiempo, consiguiendo apuntalar precariamente un andamio que se cae. Pero el fantasma ha vuelto para quedarse.

La realidad es que la crisis económica y social se transformó en crisis política generalizada, en términos gramscianos en una crisis de hegemonía y una “crisis orgánica del Estado”. Las políticas de ajuste estructural hicieron implosionar el sistema de partidos tradicional en Grecia y la brecha abierta no va a cerrarse fácilmente.

El miedo, alimentado por una verdadera campaña de terror mediático de la derecha y el chantaje neocolonial de la Troika, triunfó sobre la esperanza. Pero la alegría de la Troika puede ser efímera. El nuevo gobierno será un gobierno débil, formado por partidos desacreditados carentes de legitimidad, y tendrá el mandato de proseguir con unas políticas impopulares que provocarán nuevas y decididas movilizaciones. Las declaraciones, tras conocer su victoria, del candidato de Nueva Democracia Samaras afirmando que llevará al país por “la senda de la prosperidad” son poco más que un mero ejercicio de cinismo que serán pronto desmentidas por la realidad.

No future es lo único que las políticas de la Troika y sus vasallos ofrecen al pueblo griego. Aunque cansado por dos años de resistencia tenaz, éste ha decidido no morir sin presentar batalla, no rendirse de forma indigna. Luchando cual gato panza arriba, aún desde la acumulación de derrotas, paradójicamente el pueblo griego ha recuperado su mejor arma: la confianza en la capacidad de vencer.

El ascenso de Syriza, bajo las cenizas de un PASOK descompuesto y en ruinas, se basa en su capacidad de combinar credibilidad política y social con credibilidad electoral, en un escenario de levantamiento social prolongado. La clave de su éxito es que aparece como una formación “distinta” e inmaculada frente a los recortes a la que no se le puede reprochar haber colaborado con el infame PASOK ni gobernar con él en regiones o municipios aplicando políticas de recortes. Su propuesta de formación de un gobierno de izquierdas anti-Memorando durante la campaña de las elecciones del 6 de mayo fue la palanca que la propulsó electoralmente y que modificó las coordenadas del debate electoral. De golpe, la posibilidad de un “gobierno de izquierdas” apareció como una salida concreta y factible a la pesadilla de los recortes, como una fórmula casi mágica a la que una parte del pueblo griego se agarró en medio del desamparo.

El positivo e impactante ascenso de Syriza no sólo ha significado un rayo de esperanza para los trabajadores griegos, sino que también ha capturado la imaginación de la izquierda europea, desprovista de referencias y experiencias prácticas exitosas y consciente de que en el país helénico se libra la batalla más decisiva del continente en el combate global contra los planes del capital financiero.  Conviene, sin embargo, no idealizar acríticamente Syriza, una coalición plural y en la que coexisten orientaciones distintas, algunas de ellas muy moderadas, otras consecuentemente anticapitalistas. Sus debilidades organizativas y de implantación social son enormes y sus propuestas programáticas y discurso político presentan límites e inconsistencias importantes. Del 6 de mayo al 17 de junio se ha hecho notar un ligero desplazamiento de las propuestas de Syriza sobre el Memorando, la deuda y las cuestiones clave hacia formulaciones un poco más ambiguas y menos rupturistas, aunque manteniendo un claro perfil de oposición a la lógica del ajuste estructural, sobre el que se cimienta su credibilidad y su identidad política.

En este nuevo escenario el fortalecimiento de la auto-organización social en los barrios y centros de trabajo seguirá siendo la variable clave pues no se podrá iniciar ninguna lógica consistente de ruptura con las políticas de ajuste estructural sin una sociedad movilizada y organizada. Queda también pendiente como  tarea crucial para esta nueva etapa contra el gobierno Samaras buscar formas de unidad y colaboración de los principales componentes de la izquierda griega, en particular entre Syriza y la coalición anticapitalista Antarsya, débil electoralmente (0’33% ayer) pero con una implantación social igual o superior a la primera, sin olvidar al KKE (4,4% ayer), el principal partido de izquierdas en términos militantes y que hasta ahora ha practicado una sectaria política aislacionista a todas luces fallida.

“El futuro no pertenece a los asustados, sino a los portadores de esperanza” señaló Tsipras ayer tras conocer los resultados. En su discurso final ante centenares de simpatizantes y seguidores, un poco decepcionados por lo que pudo ser y no fue pero conscientes de que el combate es largo, anunció firmeza contra los recortes y la necesidad de proseguir la movilización.

Ayer se perdió quizá una batalla, pero esto está lejos de haber terminado. Mientras Tsipras finalizaba sus palabras la voz de Patti Smith enviaba atronadoramente por los altavoces un mensaje directo a la Troika: “people have the power”.

divendres, 8 de juny del 2012

"La izquierda se olvidó del concepto de clase y se dedicó a gestionar el capitalismo"

Entrevista a Marina Subirats, profesora de sociología de la Universidad de Barcelona:

Por Peru Erroteta

La socióloga Marina Subirats, partiendo de los resultados de un trabajo de investigación sobre las clases sociales en la ciudad de barcelona en el siglo XXI, mantiene en esta entrevista "que la burguesía ha ido cambiando como clase dominante. Ha dejado de ser "nacional" para constituirse como una clase transnacional. Subirats sostiene, asimismo, que "la izquierda" fue olvidando la idea de clase y, en su versión socialdemócrata, se ha dedicado a gestionar el capitalismo.
Marina Subirats, que ha venido analizando a lo largo de dos décadas (1985-2006) el devenir de las clases sociales en Barcelona, acaba de publicar su quinta entrega, ”Barcelona: de la necessitat a la llibertat. Les classes socials al tombant del segle XXI” (“L´Avenc”, UOC Ediciones, en castellano), una obra imprescindible para identificar la estructura y correlación de clases, reconocernos e identificar la realidad presente, más allá del territorio de referencia. Marina Subirats nació en Barcelona en 1943, es catedrática de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, militó en Bandera Roja y el PSUC.

¿Por qué el término ‘clase’ genera tanta tirria en la derecha?
Por intereses políticos, claramente.  La derecha, como clase que ha tendido a dominar la sociedad, está interesada en que la gente crea que todo el mundo cuenta con las mismas posibilidades y que si hay quien tiene más que otros es porque se lo merece, porque es más trabajadora, más capaz… En definitiva, sostiene que hay un orden natural en el que cada uno está donde le toca y que, claro, es muy difícil cambiarlo.  Y todo lo que sea recordar que las cosas no son así, sino que realmente hay unas estructuras sociales que hacen que los dominantes sigan reproduciendo su posición de dominio y que los que están en peores condiciones se reproduzcan también, molesta y se niega. 
¿Y la izquierda lo olvida, lo soslaya, no cuenta con él…?
El concepto ‘clase’ es académico y también político.  Cosa que el propio Marx aunó en su doble condición de investigador y activista.  Las clases en sí, más allá de la conciencia de pertenecer a ellas, existen, y en consecuencia pueden analizarse como tales.  Sin embargo, la conciencia de clase,- las clases para sí- es un hecho político porque, naturalmente, conduce a la reivindicación, a la lucha de clases.  Esto, que estaba bastante claro en la sociedad industrial, se ha ido enmascarando como consecuencia de las mejoras económicas y el hecho de haberse incrementado el nivel de vida de los trabajadores.  Entonces la izquierda fue olvidando la idea de clase y, en su versión socialdemócrata, se ha dedicado a gestionar el capitalismo, en el sentido de tratar de arrancar de él beneficios para repartirlos entre los desposeídos.  Esta estrategia - que como en el caso del PSOE, supuso un abandono explícito del marxismo- ha funcionado durante algún tiempo, hasta que la crisis ha venido a recordarnos, abruptamente, la vigencia de las clases y sus conflictos.

¿Y lo de ‘clase media’, tan aceptado y en boga, no enmascara también otras realidades?
Hay una clase media, que en Europa es bastante numerosa y que ha tendido a crecer, pero la utilización que se hace del término también responde a una estrategia política.  Sentirse de clase media parece conllevar que ya no hay nada que revindicar, que los que se reclaman de ella también tienen algo que perder y porque siempre es más cómodo sentirse del lado del ganador, del triunfador.  Si se le pregunta a la gente a qué clase cree pertenecer, la respuesta, en general, es que a la clase media y cuánto más se pierde la conciencia de clase más aparece esto, por un efecto clarísimo: siempre se conoce a alguien que tiene más dinero, más poder… y a quien tiene menos.  En consecuencia, estamos en el medio.  Cosa que actúa como elemento tranquilizador pero que, en el fondo, es una falacia, porque no responde a un hecho científico sino a lo que la gente quiere creer.

¿Y la clase dominante actual, esa que usted denomina ‘corporativa’, qué es?
En el capitalismo, la burguesía ha ido cambiando como clase dominante y hoy estamos en una nueva fase.  La burguesía ha dejado de ser nacional.  Se ha formado una clase que es transnacional. Por lo tanto, es muy difícil identificarla y además tiene unas características muy distintas de la burguesía industrial.  Forman parte de ella no solo los dueños de las empresas sino sus gestores, que un día están al servicio de una corporación y al día siguiente de otra.  Tienen movilidad y no son conocidos por sus nombres y sus rostros, aunque últimamente comienzan a aparecer porque los escándalos son de tal magnitud que se sus protagonistas se están convirtiendo en noticia.  Es una clase impalpable.  Y esta burguesía cuanto más se aleja de lo concreto, de un territorio, de un producto, de sus trabajadores, mejor puede degollar sin que nada importe.  Las consecuencias de sus actos se ignoran y, en tal sentido, es muy destructora.  El beneficio es sagrado y no acepta barreras de ningún tipo, ni de principio, ni humanitarias, ni siquiera religiosas.  A estos no les sujeta nadie, ni siquiera los Estados.  Esta clase dominante se ha globalizado y los Estados no.  Se han infiltrado en el sistema financiero, en las grandes instituciones y han comprado a los Gobiernos, vía financiación de las elecciones y otros muchos chanchullos, y a los políticos que, en muchos casos han entrado en el juego y acaban desprestigiándose.
Y la clase trabajadora… ¿Dónde está?
Inicié la investigación, sin ningún apriorismo, sin plantearme siquiera si las clases seguían existiendo o no y me han aparecido con toda nitidez, porque la variable que más sigue aglutinando es el trabajo, en algún caso matizadas por cuestiones como la edad.
Desde los años ochenta hasta 2006 la estructura de clases de la Barcelona metropolitana ha sido bastante estable.  Aparece un 60% de clase trabajadora, un 40% de clase media y un 1% o aún menos de clase alta, que casi no se puede ni medir.  Dentro de la clase trabajadora, el grupo más numeroso (26%) es el de los viejos inmigrantes ya jubilados, que dispone de medios económicos más bien escasos pero no es el más descontento,porque estaban tan mal que para ellos la vida ha significado progreso.

La clase trabajadora, joven y adulta, que supone un 25 %, tiene un nivel un poquito mejor.  Las mujeres han accedido al empleo y, en realidad, no es una clase obrera, proletaria, en el sentido tradicional, porque, en su mayoría, están en los servicios.  Otro grupo, dentro de la clase trabajadores - un 8%- son los inmigrantes, con contratos precarios, que viven más hacinados, pagan más por los alquileres…, pero viven mejor que los mayores.  En general, cuando llegan solo poseen su fuerza de trabajo.  Los profesionales, - 30%- con un nivel alto de salarios y equipamientos - a los que han accedido no por vía propiedad sino de estudios-, son los que en buena medida han ocupado los puestos políticos y han administrado el dinero público dentro, claro está, de los derroteros que ha marcado la burguesía.  Todo esto hasta el final de ciclo,

¿Y ahora?
 Ahora, con la crisis, aparece una llamativa tensión entre los padres que ascendieron y sus hijos bloqueados.  Fenómeno que se manifiesta con especial virulencia entre los profesionales, porque los hijos de los trabajadores, sin expectativas muy altas, acaban integrándose más o menos en el trabajo.  Los hijos de los profesionales han sido niños mimados, han tenido de todo, han estudiado… y ahora, en el momento en que tratan de acceder al mercado de trabajo, no pueden hacerlo.  En muchos casos viven bien porque siguen con sus padres, pero no pueden emanciparse.

¿Entonces la lucha de clases es ahora más bien producto de una ofensiva de la clase dominante?
 Naturalmente.  Desde la II Guerra Mundial hasta los años setenta hubo un impulso en el que fueron ganando terreno los trabajadores, pero luego cambia el viento y empieza lo que ahora estamos viviendo.  Durante un tiempo, pareció que se podía llegar a una sociedad sin clases, en la medida en que los de abajo iban progresando y la burguesía cedía.  El resultado fue que se empezó a vivir mejor y se fue olvidando la idea de clase.  Y justamente, cuando se piensa esto viene el hachazo, que nos pilla desprevenidos, porque no estamos preparados para ello.  Parece terrible pero, en el fondo, a este capitalismo voraz parecemos sobrarle los humanos.  Si pudieran, estoy convencida, acabarían, por ejemplo con esa masa de africanos que tanto molesta, quedándose solo con los que interesan para extraer las materias primas y servirnos.  Dice Josep Fontana que los ciudadanos nos asemejamos cada vez más a los siervos de la gleba, a consecuencia de la servidumbre por deudas.  A esto ya hemos llegado.  El centro de acumulación, que en el análisis clásico estaba en la venta de la fuerza de trabajo en la industria, se está desplazando.  Ahora el dinero, el dinero gordo, ya no está ahí.  Se hace a través de los bancos, que prestan dinero a las empresas y las personas, y luego se lo chupan mediante los intereses.  Entonces el que hoy acumula realmente es el sector financiero, que no trata tanto de que la gente trabaje para él, sino reteniendo los dineros.  El dinero que cada uno de nosotros gana lo tenemos un ratito, hasta que viene el banco y te lo maneja, te quita un trozo por aquí, un trozo por allá.

Entonces ¿Qué hacer?, que diría Lenin.  
El discurso corporativo ha penetrado también en las universidades.  Han dejado de ser críticas y, sobre todo los economistas, van repitiendo el mantra.  Se ha promocionado a quien decía lo que tocaba decir y se ha acabado convenciendo a la gente de que se hace lo mejor que se puede para ellos.  Y la clase corporativa se está cargando todo, incluso a los políticos.  Y nosotros, enfrente, estamos desarmados, sin respuesta, a merced de los acontecimientos.  Cosa que, no nos extrañe, generará marginalidad y con ella populismo, xenofobia, nacionalismo exacerbado…, fascismo, en definitiva.  Con otro pelaje, probablemente difícil de identificar, pero muy peligroso.  Porque cuando hay miedo se tiende a buscar la protección de los más aparentemente más fuertes.  En este estado de cosas, hasta cabe preguntarse qué espacio le queda a la socialdemocracia.  Con un pacto que permite redistribuir beneficios, la socialdemocracia puede jugar un papel, pero si esto desaparece o se entrega a la clase dominante, como gestor de sus intereses, o comienza a organizarse frente a ellos.  A los partidos socialistas les han comido el terreno.  Pero hoy más que nunca cabe decir con toda propiedad que el futuro no está escrito.  Está en manos de la gente
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"los terminos medios son la antesala de la traición"
Ernesto Che Guevara

24 de abril de 2012